Tras el anuncio en la conferencia matutina de AMLO de hoy, donde Hugo López-Gatell Ramírez, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud informó que La Jornada Nacional de Sana Distancia se extenderá hasta el 30 de mayo en zonas de alta transmisión y hasta el 17 en zonas de baja transmisión, seguramente hay varias reacciones entre los docentes.
La mayoría asumirá una actitud de desconcierto, viendo cómo se derrumban ante sí sus planes de trabajar a la distancia del 20 de abril a los primeros días de mayo para luego, paulatinamente, retomar las actividades y concluir el ciclo escolar trabajando de manera presencial siguiendo las recomendaciones sanitarias que indiquen las autoridades. Real o no, sé de primera mano que era la expectativa de muchos. Confieso que dejé de formar parte de este grupo cuando me enteré que en China, donde se originó esta pandemia, tienen previsto retomar las clases gradualmente a partir del 27 de abril cuando se empiece con el nivel de secundaria; así que parecía imposible que en México regresáramos en las mismas fechas.
Hay quienes por otra parte asumen de inmediato una actitud pesimista, y se les escucha y lee decir ideas acordes a su sentir ¡México no está preparado para dar clases en línea!, ¡No hay computadoras!, ¡No hay internet! …y aunque sus reclamos se basan en los datos que el mismo gobierno proporciona, me parece que en el fondo de esas reacciones puede haber un poco de incertidumbre ante lo desconocido. Principalmente porque quienes hacen esos reclamos sí tienen computadora y conexión a internet y aunque quizá no tengamos la preparación básica, hoy más que nunca es el momento de aprender y trabajar con quienes sea posible y dejar que el gobierno se encargue de los demás.
Solo piensen unos minutos, si esta pandemia con todas sus medidas preventivas se hubiera presentado hace 20 o 30 años, cuando no existían las plataformas digitales, no existían las videollamadas, servicios de mensajería como WhatsApp, ni las redes sociales, entre otros tantos adelantos tecnológicos, entonces sí que sería muy difícil proponer un trabajo a la distancia.
Y aunque acepto que muchas personas no tienen acceso a los recursos mencionados, me parecen adecuadas las medidas que se anunciaron para intentar llegar a ellos, tales como sumar al programa Aprende en casa a las estaciones radiofónicas para tener acceso a las comunidades más apartadas, incluidas las indígenas, o crear un cuadernillo de actividades que sería llevado a los alumnos que viven en los lugares más distantes.
Por mi parte, reconozco que la salud es lo más importante y que mantenerla es lo primero, incluso aunque se perdiera el ciclo escolar (cosa que ya se dijo que es imposible). Pero no olvidemos maestros que con nuestro trabajo a la distancia promovemos cosas positivas como:
- Que niños y jóvenes sigan ocupando una pequeña parte del día en actividades escolares que les sean útiles en su formación y les recuerden que la vida sigue.
- Que ese tipo de ocupaciones, según especialistas, ayudan a mantener la salud mental y emocional (¿ya conocen el apoyo psicológico que nos ofrece la SEP a través de las líneas telefónicas de Educatel 55 3601 7599 y 800 288 66 88?).
- Apoyar a los alumnos que desean seguir aprendiendo y colaborar para que el ciclo escolar llegue a los mejores términos, porque, recordemos por ejemplo, que justo antes de la suspensión por el COVID-19 se habían evaluado en educación básica dos de los tres períodos que lo componen.
- Acelerar en nosotros y nuestros alumnos el desarrollo y dominio de competencias digitales…recordemos aquello de que la necesidad es la madre de la creatividad.
Cada quien es libre de pensar, opinar y hacer lo que le venga en gana. Por mi parte prefiero intentar asumir una actitud positiva, aunque más de alguno me acuse de iluso y seguir avanzando en estos próximos días que plantearán retos inéditos para toda la sociedad, incluidos los docentes.
Maestros…¡Ánimo y a seguir demostrando nuestra vocación y valía de nuestra profesión para la sociedad!
