Lo que hace y piensa un ATP. Un colectivo que intenta avanza.

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Apretujado en el asiento trasero de un taxi que viaja por la curvienta carretera de Compostela a Tepic, a una alocada velocidad de 80 a 110 km/h (o más), intentaré escribir desde mi celular algunas observaciones y reflexiones más en torno a esta singular función del Asesor Técnico Pedagógico.

El motivo de viajar a este hermoso municipio, a donde usualmente voy y vengo en auto particular y no sufro esta sensación de jugar a la ruleta rusa, fue para observar a un colectivo docente en el desarrollo de su Consejo Técnico Escolar y Taller de Formación Continua, cuarta sesión. A pesar de que conozco la dinámica de esta tarea que me parece no solo importante, sino necesaria para conocer de qué manera “aterrizan” con los docentes las orientaciones dadas a los directores escolares en los encuentros previos de lo que debería ser el Consejo Técnico de Zona (mismos que en mi entidad desde hace dos sesiones se complementó –¿o sustituyó? – con un Consejo Técnico Estatal Virtual dirigido a todos los niveles y modalidades de educación básica) nunca deja de sorprenderme.

El colectivo observado es pequeño, seis docentes de grupo, directora, docente de educación física, uno de educación artística y dos docentes de USAER, todos con diferentes personalidades, experiencia, edades o antigüedad en la escuela pero que a su modo participan en estos encuentros. Lo que vi me gustó. Maestras y maestros que con sus reflexiones y acciones demuestran que tienen la disponibilidad de aprender, que ante lo desconocido buscan respuestas en primer lugar en la información oficial que debería ser la fuente que con orientaciones claras y precisas guíe el trabajo, en segundo de información no oficial que cada vez circula más rápido en redes sociales, como los grupos de WhatsApp y publicaciones en Facebook, que en ocasiones puede apoyar al trabajo si lo que se presenta es material que pudiera ser complementario y en otras encarna el riesgo de minimizar el trabajo analítico al “facilitarlo” tanto que termina suprimiéndolo.

Las fortalezas observadas hoy iniciaron al darme cuenta que en las sesiones anteriores en este colectivo en verdad se ha intentado cumplir con los propósitos de cada sesión, que los docentes se preparan para el trabajo, se organiza una agenda, se alistan los materiales que se necesitarán y se respetan los tiempos, es decir, lo mínimo esperado para tener experiencias positivas de estas sesiones que debieran ser una oportunidad para obtener saberes, compartir dudas, ver posibilidades y seguir este proceso que intenta capacitar a cada docente en el conocimiento de nuevas formas de concebir los programas de estudio atendiendo a lo que siempre habíamos demandado. El trabajo es mejorable, claro que sí, como en todas partes, pero es auténtico lo cual es más valioso.

En contraparte sé que también podríamos encontrar colectivos donde el trabajo en CTE dista de ser lo que se esperaría, pero prefiero ahorrar palabras sobre ello. Mejor elijo creer que un proceso como éste, que marcha en contra de tantos prejuicios, desinformación de muchos medios, ejercicio de una verdadera autonomía propuesto a nivel nacional basada en la confianza al magisterio, medidas que aun teniendo buenas intenciones y acciones oportunas a nivel estatal también tienen otras que debían revisarse…pero así debe ser, no hay atajos, necesariamente debemos enfrentarnos con todo lo que hoy vivimos. Es decir, no se aprende sino haciendo, planificando, acertando, fallando, reorientando, quizá volviendo a fallar, pero teniendo claro que todo esto tiene un fin por el que vale la pena luchar: dar la educación que nuestros alumnos y alumnas (hijos, hijas) se merecen.


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