Lo que hace y piensa un ATP. ¿Director deportivo?

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Nunca he sabido con certeza hasta qué día de enero es válido desear lo mejor para el año entrante…me voy a arriesgar, ¡Feliz año nuevo!

Esta semana por fin tengo tiempo de sentarme a escribir unas líneas en torno a este ejercicio autoimpuesto. Realmente pensaba abandonarlo por la cantidad de trabajo pendiente, no solo de esta función obvio, pero decidí retomarlo con algo que quizá borre después, una vez que lo revise a la luz de la distancia. Pero de momento lo escribiré solo para retomar la tarea, dado que las dos primeras semanas de enero no publiqué algún registro, como sí lo hice desde que empezó el ciclo hasta llegadas las vacaciones de diciembre (salvo una ocasión que por motivos de salud tampoco compartí alguna reflexión).

El caso es que hoy lo haré pensando en una analogía que hace unas horas vino a mi mente y me resultó bastante curiosa, repito, quizá lo elimine luego, por ahora simplemente sigo el ritmo de mis pensamientos y mis dedos tecleando en mi computadora: Creo que el trabajo del ATP se parece un poco al del director deportivo en el futbol. No lo había pensado…pero miren: el asesor llega a acompañar a los nuevos docentes en la función cual si fueran jugadores novatos contratados en un equipo (justo estoy terminando curso para formarme como tutor de docentes de nuevo ingreso), propone cambios en la institución con base en sus observaciones, informa sobre rendimientos de figuras clave, brinda retroalimentación a ciertas personas vertical u horizontalmente, necesita estar informado de las nuevas tendencias y analizar lo que conviene traer y adaptar, evalúa proyectos y promueve el trabajo en equipo, entre muchas otras cosas…todo lo que procure un mejor rendimiento en los actores principales, en este caso directores (cual DT´s) y docentes (los jugadores) trabajen de manera efectiva y logren buenos resultados.

Y claro, hay directores deportivos con más o menos confianza por parte de los jugadores y DT´s, con mayor o menor experiencia en el ejercicio del puesto, algunos prefieren el trabajo de escritorio y otros el de campo, algunos gustan de intervenir y asumen esa posibilidad como parte de sus responsabilidades básicas, otros en cambio prefieren observar y colaborar en razón de lo que el propio equipo determina como necesario y finalmente hay quienes asumen el rol de modo distinto, intentando colaborar en una relación de diálogo y horizontalidad. También habrá quienes se pierdan en lo administrativo muy a pesar de no desearlo y habrá quienes sepan gestionarlo o mejor aún, puedan delegarlo en personas competentes en ese tipo de tareas reclutadas inteligentemente por la organización.

Eso sí, por fortuna la continuidad del asesor no depende del cambio de directiva (hay excepciones dependiendo del tipo de contratación) aunque claro que se trabaja distinto con cada una y ello determina las aspiraciones del equipo (campeonar o aspirar a los primeros puestos, llegar a media tabla o simplemente evitar el descenso). Lo que es cierto es que el desempeño de la función de ambos es, o debe ser evaluada cada cierto tiempo para garantizar la actualización permanente que evite la obsolescencia de los conocimientos y experiencias, la capacitación constante e incluso que posibilite la natural evolución del profesional que la ejerce.


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